Muchos lo achacan al ritmo de vida que llevamos actualmente, mucho más expuestos a la polución, al estrés, etc., y, aunque clínicamente esta enfermedad la originan factores genéticos y hereditarios, lo cierto es que cada vez hay más celiacos. Las cifras hoy en día, para España, hablan de un afectado por cada 100 habitantes. Por ello, es importante conocer la enfermedad y saber cómo de debe tratar.
Lo más característico de la celiaquía es la intolerancia al gluten, una proteína que está presente en algunos cereales como el trigo, la cebada, el centeno, la avena o el triticale. Aunque la ingesta de estos alimentos afecta de diversas maneras según el paciente, no se deben consumir, puesto que pueden desencadenar episodios de diarreas crónicas y dolor abdominal e incluso ser causa, a largo plazo, de infertilidad, depresión, malnutrición o incentivar algunos tipos de cáncer.
Por ello, hay que tener muy presente seguir la dieta a rajatabla, sin saltarse ningún paso. Los padres, han de cuidar minuciosamente cualquier alimento que tomen sus pequeños, e informar a los padres de sus amigos y los profesores de que sus hijos son celiacos.
Sobre todo, deben ser especialmente previsores ante las fiestas, como es el caso de las comuniones. Además de evitar los alimentos prohibidos en el posterior banquete de celebración, se debe comunicar al sacerdote de la parroquia de que el niño es celiaco. Para estos casos, existen hostias fabricadas sin gluten, de maíz, que ejercen el mismo papel simbólico que las de pan ácimo, moldeadas con trigo.
En cuanto a esto hay una cierta polémica que puede hacer que algunos sacerdotes no permitan las obleas de maíz para sus fieles y que les indiquen tomar únicamente el vino eucarístico a la hora de hacer la Comunión.
No obstante, además, hay que tener presente que se utilice un cáliz aparte para beber el vino, en el que no haya sido partido el pan eucarístico.
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