"tengo que aprender a tomarme las cosas con más calma"?
¿Necesitas mantener a raya el estrés?
No te vamos a dar soluciones mágicas, en realidad que estas ideas sirvan para algo depende de tu constancia, de manera que tú pon eso, la constancia,
y nosotros ponemos las ideas ¿de acuerdo?
1º.- Trabaja con música.
Si de la música se dice que amansa a las fieras, entonces parecen tener sentido las estadísticas que dicen que trabajar con música ayuda a liberar tensiones.
Obviamente, dependerá del trabajo que hagas: si realizas un trabajo intelectual, la música no dejará de ser otro estímulo que captará tu atención interfiriendo en la capacidad para realizar determinadas tareas mentales, pero , en general, el efecto de la música suave es precisamente ese: quitar el protagonismo a los agentes estresantes.
2º.- Preocúpate sólo lo necesario.
Fácil de decir ¿no? Pero es que, la verdad: no somos conscientes de la cantidad de energía que malgastamos preocupándonos y pensando en cómo resolver los problemas que pueden ocurrir... ¡pero luego nunca ocurren!
Concentrémonos en el presente. Es más, veámoslo de esta manera:
si nos preocupa tanto el futuro, dejemos de anticipar y reservemos nuestras energías para eso, para el futuro.
3º.- Cuidadito con lo que comes.
¿Sabías que el azúcar y el alcohol en exceso producen tristeza? ¿que demasiadas sal y carne producen agresividad?
Combate la ansiedad con hidratos de carbono, sí, pero no demasiado refinados; elige mejor cereales, fruta y pasta.
4º.- Practica la respiración diafragmática.
¿Cuántas veces habrás sentido ese molesto nudo en el pecho que no permite que te llegue el aire?
El estrés provoca que tensemos todos los músculos, y eso es lo que nos impide respirar correctamente. Debemos, por tanto, expandir el diafragma ¿cómo?
Prueba a realizar este ejercicio, estés donde estés...
... sentados en una silla, por ejemplo. Pongamos una mano sobre el pecho y otra sobre el abdomen, sin apretar, claro (es mejor incluso si aflojas un poco la ropa en torno a la cintura).
Cerremos los ojos y comencemos a respirar.
Si al hacerlo la mano que se desplaza hacia afuera es la que tenemos sobre el pecho, entonces es que estamos respirando mal.
Concentrémonos en que permanezca ahí, y que, en cambio, sea la mano sobre el abdomen la que se mueva, porque esto significará que estamos expandiendo el diafragma, ensanchando la capacidad torácica y destensando esos los músculos que nos ahogan.
Observemos que la mano vuelve a su sitio al espirar el aire y, esto es importante,
vaciemos totalmente los pulmones.
Por cierto... ¿te ocurre que al poco de empezar, bostezas?
Enhorabuena, eso es que lo estás haciendo bien.
Y otra curiosidad:
¿Alguna vez has visto en alguna película que cuando alguien se pone muy nervioso, coge una bolsa de papel y se la lleva a la boca para respirar el aire contenido en ella?
Cuando nos enfrentamos a algún factor estresante, el organismo se prepara para la acción: libera adrenalina en el torrente sanguíneo, aumenta el aporte de glucosa en los tejidos para inyectarles energía y aumenta el ritmo cardíaco. Los músculos se tensan, la temperatura sube y la respiración se acelera.
Cuando respiramos dentro de una bolsa de papel, o simplemente, cuando nos tapamos la boca con las dos manos - y este es un gesto que te sorprenderás haciendo instintivamente- lo que hacemos es interrumpir esa secuencia; impedimos que se desboque nuestro organismo ante la presencia de lo que considera un ataque.
Por eso mismo es importante restringir el consumo de azúcares e hidratos de carbono refinados: porque son alimentos que liberan energía de forma rápida y contribuyen a que se acelere ese proceso.