Aunque el Alzheimer es responsable de entre un 60 y un 80 por ciento de los casos de demencia, el Alzheimer no es una característica normal del envejecimiento. El factor de riesgo conocido más importante es el aumento de la edad, y la mayoría de las personas con Alzheimer son mayores de 65 años.
Pero ¿qué le sucede realmente a las personas que padecen esta enfermedad? Estas son alguna de las preguntas más frecuentes que se hacen las personas cuando diagnostican a sus familiares.
¿Qué le pasa al cerebro?
Se trata de una enfermedad neurodegenerativa, lo que quiere decir que está causada por una destrucción progresiva de las neuronas y de las conexiones que existen entre ellas (sinapsis). Y aunque no se sabe cuáles son las causas primeras que desencadenan esta destrucción, sí se conocen algunas de las alteraciones neurobiológicas que se producen y parece que entre los responsables se encuentran dos proteínas.
¿Cómo podemos distinguir Alzheimer de despiste?
Los primeros daños que causa la enfermedad se producen en el hipocampo, la zona del cerebro responsable del proceso de aprendizaje y de la memoria a corto plazo. Por esta razón, en las fases iniciales las personas con esta patología tienen dificultades para recordar acontecimientos que han sucedido recientemente o para retener nueva información. Por eso es frecuente que repitan una y otra vez la misma pregunta.
¿Cuáles son las señales de alarma?
A medida que la enfermedad progresa hacia otras partes del cerebro, va afectando a funciones como la capacidad para prestar atención, resolver problemas o tomar las decisiones acertadas.
¿Cómo se trata esta enfermedad?
Existen medicamentos que pueden ayudar a controlar sus síntomas durante algún tiempo. Una vez que el neurólogo establece el diagnóstico (a través de la historia clínica, las pruebas de neuroimagen oportunas, exámenes neuropsicológicos y, si es oportuno, un análisis del líquido cefalorraquídeo), se iniciará el tratamiento que se basa en dos pilares: el no farmacológico (estimulación cognitiva) y el farmacológico.
¿Es una enfermedad hereditaria?
La historia familiar y la genética predisponen, pero no determinan el desarrollo de la enfermedad. El riesgo de que un individuo con un familiar de primer grado (progenitor o hermano) afectado la padezca, es entre dos y tres veces superior al de la población general.
La mutación genética más estudiada se halla en el gen ApoE4. La presencia de esta mutación aumenta el riesgo de contraer la enfermedad entre dos y cinco veces, y reduce la edad de aparición en seis o siete años. No obstante, tener este gen mutado no significa que se padecerá irremediablemente la enfermedad ni carecer de él nos pone a salvo.
¿Se puede prevenir?
Expertos señala que uno de cada tres casos, sí se puede prevenir. De hecho, ha calculado que, adoptando hábitos saludables y tratando trastornos como la hipertensión, la diabetes o la depresión se podrían reducir los casos de demencia en un 35%. Para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad, en primer lugar, hay que controlar los factores de riesgo cardiovascular (tensión arterial, diabetes); en segundo, mejorar la dieta (aumentando el consumo de ácidos grasos omega-3) y en tercero, incrementar la actividad física.
¿Conservan los enfermos sus sentimientos?
Una del aspecto más doloroso para un familiar de un paciente de alzhéimer es que poco a poco se vayan olvidando de ellos. Expertos explican que, aunque llegue un momento en el que ya no serán capaces de expresarlos.
Lo último que pierde un enfermo de Alzheimer es la memoria afectiva. “Las emociones, aunque se alteran por la enfermedad, suelen estar preservadas. Por ello los pacientes pueden recordar en muchos casos acontecimientos emocionalmente importantes, lo que da mayor relevancia si cabe a desarrollar los acontecimientos positivos y mantener con ellos una actitud cariñosa”, señala el neurólogo Marcos Llanero.
En muchos casos, puede que no recuerde que hoy recibió una visita o que alguien le regañó, pero la alegría o la tristeza que provocaron estos hechos permanecen.
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Alzheimer en cifras
Aproximadamente 5.7 millones de estadounidenses tienen la enfermedad de Alzheimer, 5.5 millones de los cuales tienen a partir de 65 años de edad. En 2025, la cantidad de personas ancianas con Alzheimer podría llegar a los 7.1 millones, casi un 29 por ciento más.
Y si no se encuentra ningún tratamiento nuevo, esa cifra podría llegar a los 13.8 millones en 2050, según un nuevo informe sobre los hechos y las cifras del Alzheimer, publicado en línea el 20 de marzo por la Asociación del Alzheimer (Alzheimer’s Association).
Cada 65 segundos, alguien en Estados Unidos desarrolla Alzheimer. En 2050 eso se producirá cada 33 segundos, según los expertos. Aunque las muertes por otras causas importantes siguen reduciéndose, las muertes por Alzheimer han aumentado en más del doble, un 123 por ciento entre 2000 y 2015.
En un informe sobre los beneficios del diagnóstico temprano, los investigadores dijeron que detectar la enfermedad de Alzheimer a una edad temprana podría hacer que Estados Unidos ahorrara hasta 7.9 billones de dólares en costos de atención de la salud a largo plazo.
Actualmente hay en marcha alrededor de un centenar de estudios, en diferentes fases, en todo el mundo. Muchos de ellos van encaminados a la detección de biomarcadores que permitan un diagnóstico precoz y a probar la eficacia de los fármacos antes de que se desarrolle la enfermedad, porque se cree que las fórmulas desarrolladas hasta el momento han fracasado porque se empiezan a administrar cuando la enfermedad ya lleva 15 años haciéndose fuerte en el cerebro.
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Isabel Cisneros
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