Mi Historia de Lucha Contra los Kilos (lo que SÍ funcionó… y lo que NO)

Ya empezó otro año...

Ya pasaron las fiestas y comenzamos a retomar el ritmo "normal", y con eso nuestras resoluciones y la motivación de las primeras horas del Año Nuevo se van diluyendo, van tomando un tono más "real".

Yo ya me encuentro en casa de permiso pre-natal (estoy de casi 8 meses de embarazo) así que he tenido mucho tiempo para pensar. Pensar en lo que quiero hacer este año, en lo que quiero lograr, en lo que quiero que ocurra en mi vida.

¡Y tengo muchos proyectos! Pero todo empieza por algo que hacía tiempo no hacía, y es detenerme un momento a reflexionar en todo lo que ha hecho que yo esté ahora donde estoy.

Por supuesto hay muchísima gente y muchísimos eventos involucrados en esa Maricarmen panzoncita que escribe ahora detrás de la pantalla, pero hoy específicamente quiero compartir contigo un poco (mucho) más de mi historia de lucha contra los kilos de más, y contra ese sentimiento tan desagradable y desesperanzador que es no estar feliz con su cuerpo.

Cuando los Kilos Llegaron para Quedarse

Para mí todo empezó hace 20 años.

Un embarazo precoz durante el cual aumenté 20 kilos desechó toda sombra de mi naturalmente delgado y torneado cuerpo de adolescente.

Ahora era una niña-mamá, con un cuerpo lleno de amor por mi bebé... y también lleno de rollos en la cintura, celulitis al extremo, y unas revolveras descomunales. Aunque no estaba obesa (sólo tenía unos 8 kilos de más) a los 19 años mi cuerpo era ya el de una mujer que había dado a luz y que estaba insatisfecha con su figura.

Y allí mismo empezó mi lucha para quitarme todas esas "imperfecciones" que yo tanto detestaba.

Los Batidos para Perder Peso Importados de USA

En esa época mi entonces esposo, nuestro bebé y yo viajábamos mucho para Estados Unidos. Así que me hice fanática de unos batidos que vendían allá. Se llamaban Slim Fast y, según yo, estaban geniales para perder peso.

Slimfast products


Cada vez que íbamos yo me compraba varios potes, y en casa (en Venezuela) los iba tomando uno a uno.

El mecanismo era sencillo: tomar el batido en lugar de la cena (y a veces también en lugar del desayuno) y hacer el resto de las comidas normalmente. Tal cual como los Herbalife o tantos otros que hay por ahí.

Los batidos sabían rico, pero eran carísimos. Y no es porque fuesen comprados en USA (que en esa época el dólar salía barato), sino que eran caros de verdad. A dos batidos diarios, cada pote se acababa en más o menos una semana.

Y no. No servían un demonio.

Este tipo de batidos están cargados de ingredientes artificiales. Llenan por un momento, dando la ilusión de que no pasas hambre. Pero no nutren tu cuerpo.

El resultado es que al cabo de un tiempo puede que hayas comenzado a perder peso (porque estás comiendo menos), pero los batidos comienzan a cansarte y tu cuerpo comienza a pedir lo que realmente necesita (nutrientes de calidad). Los antojos empiezan a atacar de nuevo (aunque te atragantes de batidos y no sientas hambre real), no tienes energía, no te sientes bien y terminas abandonando. Recuperas todo el peso y vuelves a comenzar el ciclo.

No es saludable. Es demasiado caro. Y no es sostenible en el tiempo.

No. No funciona. Ni Slim Fast, ni Bimanán, ni Herbalife, ni ninguno de esos batidos.

Así que yo seguí en mi búsqueda de soluciones milagro.

Las Máquinas de Gimnasia Pasiva

Lo siguiente que probé fue la gimnasia pasiva, en un sitio en mi ciudad que se llamaba Slim Tables.

El lugar ya no existe (desde hace años), pero era un especie de centro cosmético en el que habían unas máquinas que trabajaban distintos músculos.

La sesión duraba como media hora, y consistía en montarse en unas 5 máquinas (yo iba dos o tres veces a la semana y no siempre me ponían en las mismas máquinas). Cada máquina iba ara un músculo: que si los abdominales, que si los cuadríceps (los músculos delanteros de los muslos), que si los glúteos, que si los bíceps (los músculos del brazo), etc.

Me da un poco de vergüenza explicar cómo funciona esto, pero la verdad es que es bastante cómico: ¡las máquinas se mueven solas!

Es decir, tú vas, te acuestas en la máquina, el "entrenador" enciende la máquina, y ella empieza a moverse... ¡sola! Te mueve a ti mientras se mueve ella.

slimtables


Te imaginarás lo efectivo de ese tipo de movimiento ¿no? ABSOLUTAMENTE NULO.

Bueno, quizás sea útil para un abuelito o abuelita que de verdad no puede hacer ningún tipo de esfuerzo, pero no para una mujer perfectamente sana de veinte años.

¿Perdí peso?

Claro que perdí, pero porque me mandaban a hacer una dieta baja en grasas y baja en calorías en la que podía comerme una cucharada de arroz y media galleta de agua cada día. Te imaginarás...

Y yo feliz pensando que las maquinitas hacían algo.

Pues no. NO funcionaba entonces y no funcionará nunca. Ni las máquinas de gimnasia pasiva ni esas dietas malas bajas en calorías y grasas.

Pero en ese momento yo no lo sabía, y seguí por un par de meses sacando el tiempo y el dinero para ir a "hacer" mis ejercicios y a que me llevaran el seguimiento.

Eventualmente terminé abandonando, con el bolsillo ya bien lastimado y la fuerza de voluntad inexistente para continuar con esa dieta asesina.

Perdí el dinero, el tiempo, el esferzo... y gané los kilos (de nuevo).

Mi Primera vez... En el Gimnasio!

Eventualmente terminé inscribiéndome en un gimnasio junto con mi hermana y una amiga (sola ni de broma me inscribía).

Pero detestaba las pesas.

Igual me mandaban a hacer sopotocientas repeticiones con el peso de una mosca (tú sabes, ique para "tonificar" sin abultar - totalmente FALSO), así que en realidad no es que fuese difícil, sino que era increíblemente aburrido. De una máquina a la otra, me pasaba la sesión haciendo las benditas repeticiones a la velocidda de un caracol. CERO motivación.

Pero allá, al frente de la sala de musculación, yo veía como la gente se la pasaba genial (¡y sudaba a montones!) dando brincos en la clase de aerobics.

Eso sí que me llamaba la atención. La música al estilo discoteca, la gente moviéndose al mismo ritmo, y el instructor que era absurdamente atractivo (para usar un vocabulario sobrio y profesional - ejem).

Mis sesiones de máquinas muy pronto se volvieron en sesiones de acoso a la clase de aerobics (y al profe). Me pasaba toda la tarde mirando, tratando de aprender los pasos (con mi mente, claro).

Pero yo, que siempre fui muy torpe para las cosas motrices, no me atrevía ni muerta a poner un pie en la pista.

A duras penas aprendí a bailar a los 15 años (y eso que soy venezolana, ¡se supone que el baile y el ritmo lo llevamos en la sangre!). Educación Física y Deportes siempre fue mi mayor pesadilla cuando estudiaba en el Colegio. Nunca supe jugar ningún tipo de deporte.

Y en ese momento, mirando al instructor de aerobics y a la gente hacer esas coreografías, me arrepentía profundamente de mi falta de gracia.

Hasta que un día mi amiga (la que se había inscrito conmigo en el gimnasio) se dio cuenta de mi obvia obsesión con la clase de aerobics y básicamente me arrastró hasta la pista para hacer la clase.

¿Y qué crees?

En menos de dos semanas pasé de estar de última en el grupo, escondida detrás de todo el mundo para que NADIE me viera (sobre todo que no me viera el profe), a estar de primerita haciendo la clase al lado de él, con la gracia de una bailarina de ballet y la coordinación de una de esas competidoras olímpicas de nado artístico.

Por lo que parece mi maldición con el deporte se había esfumado, y las semanas y semanas de "observación científica" de la clase de aerobics dieron resultado: me sabía cada paso, cada secuencia, cada movimiento.

Y allí se alumbró la primera chispa de mi pasión por el fitness

Pero ¿funcionó para perder peso?

Sí y no.

Por supuesto, yo no sólo me estaba esforzando bastante en cada clase, cada semana, sino que lo disfrutaba un montón (al contrario de las aburridas máquinas con pesas).

Me fui poniendo más en forma, ganando cada vez mejor condición física y sintiéndome cada vez mejor, como la chica joven que era en realidad.

Al cabo de mes y medio mis abdominales se empezaron a mostrar por primera vez, y yo andaba feliz luciendo ropa que no me ponía desde antes del embarazo.

Pero luego ocurrió la vida.

Me divorcié, y mi ritmo de vida cambió completamente.

Tuve que conseguir trabajo, organizarme mejor para atender a mi hijo de 4 años, y el gimnasio dejó de ser una prioridad - ahora tenía cosas más importantes, más urgentes, que atender (además, tenía menos dinero). Seguir yendo al gimnasio, a ese ritmo, ya no era posible para mí.

Y con el tiempo volví a perder esa energía que había ganado, volví a engordar, mis abdominales desaparecieron debajo de la grasa, y comenzó de nuevo la depresión, el disgusto con el reflejo en el espejo, las peleas con la báscula y la lucha contra los kilos.

¿Tú Hiciste esa Dieta? Yo Sí...

Comenzó una larga lista de "dietas rápidas" de esas que sigues por algunas semanas. Perdía el peso, me sentía genial, me duraba un mes, volvía a comer de todo, volvía a engordar, y todo volvía a comenzar.

Y así pasaron años. Que si con la dieta del Special K, que si quitando los carbohidratos, que si comiendo cero grasa. En fin, lo de siempre. Lo de siempre que NO funciona.

Funciona sólo de forma temporal, pero nunca para mantenerse.

Una de esas fue la que hice para adelgazar para mi segunda boda:

Boda de ensueño, en septiembre de 2005
Boda de ensueño, en septiembre de 2005

Pero lo dicho: volví a engordar.

Y aunque nunca fui obesa, siempre me molestaron demasiado esos kilos de más. No soportaba los muslos llenos de celulitis y las revolveras que hacían que NINGÚN pantalón me quedara bien. No soportaba la piel colgando de los brazos al levantarlos, ni las nalgas esparcidas por doquier cuando me sentaba. No soportaba los rollos de la espalda ni el roce de la parte interna de los muslos cuando me ponía un short o una falda.

Julio de 2007. ¿Ves donde tengo la mano izquierda? Era mi estrategia infaltable en cada foto, para tratar de disimular las revolveras
Julio de 2007. ¿Ves donde tengo la mano izquierda? Era mi estrategia infaltable en cada foto, para tratar de disimular las revolveras

No soportaba como me veía, y no soportaba mi cuerpo.

Así que seguí buscando "soluciones" a mi problema...

Medidas Extremas: Mesoterapia e Hidroterapia

¿Te gustan las agujas? ¿No? A mí tampoco.

Y aún así me torturé por meses (¿o fueron años) dejándome inyectar quién-sabe-qué-cosa en mis zonas más problemáticas: los cauchitos de la parte baja de la espalda, las nalgas, y las revolveras (mi cuerpo tiene forma de pera y engordo de la cintura para abajo).

La mesoterapia consistía en inyectarme algunas gotas de un supuesto "cóctel" de sustancias "naturales" que hacían "diluir" la grasa para que yo la eliminara por la orina o algo así.

La hidroterapia era todavía peor, porque el "cóctel" no era de algunas gotas, sino de algunos mililitros. Total que cuando me inyectaban me quedaban bolas de líquido debajo de la piel. Se supone que ese líquido entraba en las células de grasa, las hinchaba tanto que las hacía explotar, y era eso lo que yo iba a terminar eliminando por la orina.

Luego de que me colocaban las inyecciones me hacían de 15 a 20 minutos de masajes con una máquina que emitía ondas infrarrojas (o algo así) para "estimular" el sistema linfático y que la eliminación de la grasa fuese "más efectiva".

Y luego, con todo y el dolor horroroso de las puyadas y de las bolas de agua debajo de mi piel, tenía que ponerme una faja súper apretada (en mi caso eran como pantymedias porque todo el tratamiento era en muslos y caderas) supuestamente para acelerar todo el proceso.

¿Funcionó?

A ver, sí y no.

Sí perdí volumen durante ese tiempo. También estaba tratando de comer un poquitín mejor y hacer algo de ejercicio, pero el grueso del tratamiento era en el centro estético (las inyecciones, los masajes y la faja).

Yo realmente creía que veía diferencias. Me veía la piel más lisa, las revolveras atenuadas, las piernas más finas.

Pero eso tampoco era sostenible. Era muchísimo más caro que los batidos, y demasiado doloroso (demasiado).

Igual yo aguantaba, pero en algún momento tenía que parar.

Y paré cuando mi esposo y yo decidimos intentar tener un bebé, porque no me garantizaban que las sustancias "naturales" que me inyectaban fuesen seguras en caso de embarazo.

Hoy día la verdad no tengo ni idea de qué era lo que me inyectaban, así que no puedo decir categóricamente que fuese una estafa o no. No sé si las cosas que le ponían a esas mezclan tuviesen algún efecto real sobre las células de grasa o sobre el metabolismo.

Honestamente sí perdí volumen, así que algo haría, aunque fuese el masaje solamente. Pero de igual forma no lo repetiría, porque ahora soy más consciente del peligro que corro al dejarme inyectar quién sabe qué cosa (hay gente a la que le han pasado cosas horribles por eso), y porque ahora sé que eso no es en absoluto necesario para perder volumen, bajar de peso, y tener un cuerpo espectacular.

Soluciones REALMENTE Extremas: la Lipo

Si la mesoterapia y la hidroterapia eran al momento lo más extremo que yo había probado, aún faltaba más. Mucho más.

Pasaron varios años y mi esposo y yo no lográbamos quedarnos embarazados.

Y tratamiento tras tratamiento hormonal (para la fertilidad) yo seguía ganando kilitos poco a poco, sin ninguna posibilidad de control.

A esas alturas (y con las hormonas alteradas) ya no había dieta alguna que funcionara. Además, yo ya no era la niña de 20 años que con dejar de comer una semana perdía kilos.

Así que como el embarazo no llegaba yo decidí probar lo que parecí ser la verdadera solución definitiva para mis imperfecciones y mis kilos de más: la liposucción.

Me convencí que yo era la paciente perfecta para ese tipo de operación porque mi grasa era bastante localizada (principalmente en caderas y muslos), así que me puse a ahorrar y eventualmente reuní lo necesario para la operación (es una operación estética que el seguro no cubría). Mi esposo y mi familia me apoyaron en todo momento, así que finalmente meterme al quirófano no fue tan difícil.

Yo sobre todo estaba contenta e ilusionada pensando en que al fin me iba a quitar de encima esas desgraciadas revolveras.

Pensé en colocar acá las fotos del proceso pero la verdad me da un poco de pudor porque son muy grotestas, así que tendrás que conformarte con imaginar cómo puede quedar una persona a la que le han introducido una vara de un metro de largo y un centímetro de diámetro debajo de la piel para absorber una mezcla de grasa y sangre.

La operación debe haber durado unas tres horas. Me sacaron en total unos dos litros de "mezcla" de muslos, caderas, espalda baja y vientre (me tuvieron que hacer una transfusión sanguínea al día siguiente porque se me bajaron demasiado los glóbulos rojos). Me dieron de alta al día siguiente (luego de la transfusión) y al llegar a la casa tuve que colocarme una faja que era probablemente dos tallas más pequeñas que mi talla habitual. Copnsiderando que en ese momento, por la hinchazón, yo estaba unas dos tallas más grande que mi talla habitual, te imaginarás que ponerme la faja no fue ningún cuento de hadas...

No te voy a echar todo el cuento porque me llevaría un montón de posts contar toda la historia de la liposucción, pero puedo decirte dos cosas:

La recuperación es la cosa más dolorosa que he vivido jamás - apartando cuando di a luz a mi hija (no se puede definir el dolor que produce el que te den masajes cuando tu piel está literalmente despegada de tus músculos)

En efecto me pude quitar las revolveras

Claro, el resultado final no lo vi sino hasta unos 6 meses después, y realmente estaba contenta de ya no tener las piernas tan desproporcionadas.

Me sentía un poco más armónica, más estilizada.

Pero con el tiempo volví a engordar (qué sorpresa ¿no?), y aunque nunca recuperé las revolveras del tamaño que las tuve pre-liposucción, entendí que la genética es algo muy fuerte, que las hormonas no son tan fáciles de controlar, y que mi cuerpo era como era ayer y hoy, y lo sería siempre.

Yo tengo forma de pera y engordo de las caderas y las piernas, nada nunca cambiará eso.

Lo que vino después...

Debo haber seguido probando alguna que otra dieta fácil, como la Special K, de esas que no eran muy complicadas, hasta que poco a poco el afán por perder peso dejó de ser importante frente a otras cosas "más serias" que se llevaban toda mi atención.

Seguía pasando el tiempo y yo seguía sin poder quedar embarazada. Cada vez me deprimía más, y cada mes se me rompía un poquito más el corazón cuando la menstruación me anunciaba que habíamos perdido otra oportunidad.

Cada vez me llenaba de más y más trabajo y llevaba una vida muy ocupada. A duras penas me quedaba tiempo para mi esposo y para mi familia. Y ni hablar para mí.

Y se acercaba rápidamente el momento en el que tendría que tomar una decisión definitiva acerca de mi tesis de doctorado, que no había podido terminar debido a lo absorbida que estaba con mi trabajo como profesora universitaria.

Y fue allí cuando ocurrió algo que le dio un giro a mi vida, y a mi futuro...

¿Sabes qué fue?

Te lo voy a contar en el próximo post porque éste ya está larguísimo. Te hablaré sobre cómo hice la transiciónque me permitió transformar mi vida completamente, tanto en el aspecto físico como el emocional y el profesional. Fue el cambio que finalmente me permitió quedar embarazada y que es responsable de que hoy estés leyendo esto que escribí.

Mientras tanto, cuéntame...

Me encantará saber un poco más sobre tu propia experiencia, así que cuéntame:

¿Qué ha sido lo más loco o extremo que has hecho tú para perder peso? ¿Te funcionó?

Deja un comentario más abajo y veremos qué cosas tenemos en común

Fuente: este post proviene de Mi Nueva Dieta, donde puedes consultar el contenido original.
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