Resumiendo, relataré mi caso. Tengo 33 años y escoliosis desde niña. Cuando la osteopatía todavía no estaba tan extendida como ahora, mi madre me llevó a un sitio en el que practicaban una ‘técnicas extrañas pero efectivas’ en mi ciudad. Sin embargo, debido a la ausencia de dolor que manifestaba en ese momento, yo no notaba mejoría, principalmente porque tampoco notaba molestias, así que dejé de ir. Con el paso de los años supe que lo que estaban aplicándome eran técnicas osteopáticas que consistían en hacer crujir mis huesos para destensar los músculos y conseguir mejoras, principalmente en lo que a dolor se refiere.
Después de diez años y ya instalada en la capital, acudí a mi centro de fisioterapia habitual en Madrid con la idea de que me realizaran una serie de masajes descontracturantes por dolores en la espalda. Inmediatamente me comentaron que debido a mi escoliosis los dolores no eran únicamente problema de pequeñas contracturas que yo sufría, sino que provenían de esta desviación de la espalda. Por ello, me recomendaron la osteopatía que ellos mismos practican y accedí.
Tras cinco semanas de tratamiento solo puedo decir que mis dolores prácticamente han desaparecido, por lo que no puedo estar más contenta. Sé perfectamente que mi escoliosis va a seguir ahí siempre y que es posible que llegue un momento en el que la osteopatía ya no sea tan efectiva, pero de momento es la técnica que mejor me viene.
Creo sinceramente que la osteopatía es un método perfecto para combinar con la fisioterapia, siempre y cuando ésta no logre solucionar o tratar el problema.
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