La frescura de mirar por primera ver

Reírse sin parar hasta que se saltan las lágrimas, terminarse ese delicioso postre rebañando las migas o pasar la tarde con amigas, como cuando era niña, sin mirar ni una vez el reloj. Estoy segura que solo imaginarte haciendo cualquiera de estas tres cosas, despierta un brillo en tu mirada.

En medio de esa tediosa reunión, estos pensamientos te permiten animarte. El atasco de tráfico de todos los días se hace un poco más llevadero si visualizas una de esas escenas.

Te proponemos que vayas un paso más lejos. Nada de recordar, lánzate a hacerlo. ¡Déjate llevar! Prueba a actuar como cuando eras niñas y no te ponías límites. Todo sigue estando ahí afuera, a tu alcance. Basta con perder, aunque sea sólo de vez en cuando, el miedo a intentarlo.

No asustes ni pienses que nos hemos vuelto locas. Lo que te proponemos es un ejercicio de reconciliación con una parte de ti misma que seguro que tienes abandonada. Esa niña que fuiste y que permanece viva en algún rincón de tu cabeza. ¡Recupérala y te sorprenderás!

Un aire de frescura y nuevas expectativas

Puede que estés en ese momento de tu realidad en el que te sientes atrapada por tus circunstancias. O sólo inmersa en la cotidianidad que te arrastra. Incluso, para aquellas que os sentís felices. Un paseo por los recuerdos de vuestra infancia, cuando era niña, será más que positivo en todos los casos. A fin de cuentas, evolucionar como persona es un proceso de aprendizaje progresivo, en el que cada etapa tiene su importancia. Dispondrás de más herramientas para desenvolverte si eres capaz de mantener más experiencias vivas.

La idea es, como siempre, que seas capaz de mantener un equilibrio. No estamos ignorando que el mundo está lleno de normas y limitaciones que una persona adulta tiene que aceptar como parte de las reglas del juego. Lo que queremos recordarte es que hay un margen para la imaginación, la espontaneidad e, incluso, la inconsciencia que es igual de importante.

Así que, abre esa ventana a tu “yo” más infantil y deja que te hable. Recupera las imágenes de tus juegos preferidos, los momentos más felices cuando era niña. Mírate por dentro porque en alguna parte mantienes intacta tu capacidad de asombro, tus ganas de lanzarte a la aventura.

cuando era niña


Fuera represiones, es tiempo para la curiosidad

De niñas todas éramos distintas. Pero había un punto de partida común: la necesidad de conocer, de experimentar y entenderlo todo. A nuestra manera, cada una nos “comíamos el mundo”. A través de los libros, con juegos o sumergiéndonos en una actividad física continua. Da igual, se trata de volver a conectar con nuestra “pequeña curiosa”.

Los años nos han ido trayendo muchísimas cosas positivas, sin duda. El precio que hemos pagado por esa evolución es el de haber reprimido parte de nosotras mismas. El camino nos ha mostrado que existe el dolor y el miedo, pero también nos ha enseñado a manejarnos con ellos y a darles  batalla. Es indiscutible que esta evolución es imprescindible y buena, tanto como atrevernos a salir de nuestro espacio de confort de vez en cuando.

No vas a subirte a la mesa de tu jefa a dar brincos, ni ponerte a cantar en plena clase, no es de eso de lo que te estamos hablando. Pero, sí te recomendamos que pruebes a pasar un rato divertido vaciando tus armarios y probándote las combinaciones más absurdas de ropa y complementos.

¿Qué te gusta correr, nadar, subirte a un árbol? Pues no te cortes, ¡hazlo! Sola o en compañía, seguro que hay un montón de actividades que te divierten y te liberan. Es el tiempo de reivindicar tus ganas de saltarte las normas.

Cuando era niña. Convivir con tu niña interior

Tú y tu niña interior formáis el mejor de los equipos. Sois la combinación perfecta de sensatez e intensidad. ¿La vergüenza se apodera de ti justo en el momento en que tienes que hablar en público? Pide ayuda a tu niña, deja que su desparpajo y su falta de sentido del ridículo te saquen de ese mal trago.

¿Sientes que no merece la pena seguir peleando por conseguir ese aumento de sueldo? Que su espíritu competitivo y la sobredosis de autoestima que tenías de pequeña, te hagan reaccionar. Podría seguir poniéndote mil y un ejemplos de las muchas situaciones de tu vida de adulta en las que la colaboración de tu niña interior será de gran ayuda.

A estas alturas, estoy segura que has encontrado tus motivos para recuperar a la niña que fuiste. Puede, sin embargo, que andes un poco perdida, que no sepas qué hacer para traerla de vuelta. Como siempre, unas ideas para ayudarte.

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Revivir momentos de tu infancia

Empieza por algo tan obvio como convencerte de que tu niña interior está viva. Dedica un tiempo a revivir momentos de tu infancia, con las sensaciones que tenías en aquel momento. Establece un diálogo interno con esa niña, deja que se exprese con total sinceridad: sus reproches, sus miedos No te sientas ridícula, para avanzar en esta reconciliación hay que solucionar los problemas que os mantienen distantes. Puedes hacerlo por escrito, como si le escribieses una carta o con la fórmula que más cómoda te haga sentir.

A partir de ahora, ten presentes ciertas pautas que no te permitirán volver a perder esa relación. Cosas tan sencillas como dejarte llevar por el entusiasmo. Si te encanta bailar, cocinar, leer resérvate tiempo para hacerlo y vive esos momentos con toda la intensidad de la que seas capaz. También, mantén alerta tu lado más aventurero y atrévete a lanzarte a lo desconocido. En tu caso puede ser probar esos platos exóticos que nunca has catado. O ir sola al cine. Lo que importa es que superes un reto.

Por último, seguro que todas encontramos recuerdos especiales ligados a la Noche de Reyes o la existencia de seres mágicos que nos ayudaban. De niñas tenemos una capacidad innata para creer en los milagros. Pues, te va a venir genial en tu vida de adulta. Fuera de lo que dice la lógica pasan cosas. Creer en ese lado imposible es un motor extraordinario para conseguir cualquier objetivo.

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