La base viene a decir que para que podamos vivir más tiempo debemos seguir una serie de hábitos saludables.
Los Diez Mandamientos de la Salud
Numerosos estudios sobre el cáncer han demostrado que alrededor de un tercio de los cánceres más comunes se pueden prevenir a través de una dieta saludable, un índice de masa corporal óptima y con actividad física regular. A raíz de estos hallazgos el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer compiló una lista de las 10 principales recomendaciones a seguir, tanto para prevenir el cáncer como para vivir de una manera equilibrada.
Vamos a verlos.
1. Mantener el peso ideal
Mantener un índice de masa corporal ideal ayuda a reducir el riesgo de desarrollar varios tipos de cáncer.
En este caso, el consejo es mantener el equilibrio adecuado entre la masa y el peso. Para mantenerse delgado es importante comer saludable y estar activo; consejos que vamos a ver en más detalle en breve.
2. Hacer actividad física de forma regular
Hacer actividad física no significa pasarse todo el tiempo en el gimnasio o realizar actividades extenuantes. La recomendación general es no caer en un estilo de vida sedentario, porque acorta la vida. Y lo que debemos hacer es llevar a la práctica un ejercicio moderado pero regular todos los días, por ejemplo, caminar durante una hora a un ritmo rápido (y si os suena a mucho rato empezad andando 5 minutos cada día, ya veréis como poco a poco aumentáis los minutos porque vosotros mismos querréis más), ir en bicicleta o nadar. En cualquier caso, una actividad física regular disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
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3. Limite el consumo de consumo de alimentos de alto contenido calórico
Una dieta saludable no es sinónimo de ayuno o prohibiciones categóricas. Sólo significa limitar el consumo de alimentos tales como alimentos fritos, dulces, alimentos demasiado refinados, bebidas carbonatadas, alcohol o bebidas alcohólicas, alimentos precocinados y envasados, grasas y comida con muchas proteínas animales. Ingerir este tipo de alimentos favorece la aparición de varios tipos de cánceres, sobretodo los de estómago e hígado.
4. Añade frutas y hortalizas a tu dieta
Hoy en día se sabe que agregar frutas y verduras en nuestro día a día es la mejor manera de asegurar una vida saludable y tan larga como sea posible. Según los expertos, se deben comer por lo menos 5 porciones al día de frutas y verduras, el equivalente a 600 gramos por día.
La calidad de los alimentos y las sustancias absorbidas en el intestino, especialmente en lo que respecta el hígado, el órgano a través del cual pasa todo lo que se ingiere, y por lo tanto están particularmente expuestos a los daños causados por los posibles alimentos cancerígenos.
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5. Variar la dieta
Aquello que comemos a diario es más importante de lo que podamos imaginar. Yo siempre hago una comparación con los coches. ¿Verdad que un coche funciona con un tipo de gasolina y se estropea si le cambiamos le ponemos otro? Pues los alimentos son nuestro combustible y hay unos que nos favorecen y otros que nos dañan. Está en nuestras manos cuidar nuestro cuerpo dándole lo que necesita.
Todos los días el organismo debería recibir una cantidad adecuada de hidratos de carbono, proteínas, grasas, vitaminas, minerales y agua.
Es decir, las dietas estrictas o comer una selección mínima de alimentos es tan perjudicial como atiborrarse de comida chatarra. Nuestro cuerpo necesita recibir los nutrientes esenciales y sólo puede obtenerlos con los alimentos.
6. Reducir el alcohol
Para el hígado no hay nada peor que tener que filtrar alcohol. La regla general para los expertos es “menos es más”. Un análisis reciente publicado en el British Medical Journal mostró que el 10% de las muertes por cáncer entre los hombres, y el 3% de las mujeres se atribuyen al abuso del alcohol. Los tipos de tumores que se suelen desarrollar en asociación con este tipo de bebidas son los que afectan a la cavidad oral, faringe, esófago y laringe y también promueve el cáncer de hígado, cáncer colorrectal y cáncer de mama en las mujeres.
7. Limitar (que no significa eliminar) la carne roja
El consumo excesivo de carne roja, especialmente si está muy manipulada, tales como el salami, salchichas o carnes en conserva, aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer como el de mama, entre otros. El aumento del riesgo es proporcional a la cantidad y la frecuencia de consumo. Según los expertos, podemos comer carne roja una o dos veces a la semana como máximo, que además nos aporta vitamina B12 y hierro. Pero cuidado, la carne roja procesada sólo se debe consumir de forma ocasional. Una vez a la semana o un par de veces al mes. Esta sí que podríamos reducirla a la mínima expresión.
8. Limitar el consumo de sal
La sal es el enemigo number 1 del corazón y las arterias. Una dieta alta en sal aumenta la presión, causando varios problemas de salud como ataques al corazón o un derrame cerebral. Además, el abuso de esta sustancia blanca puede dar lugar a algunos tipos de tumores, como el de estómago y vejiga, otra enfermedad muy común en las mujeres. Para dar sabor a los alimentos y reducir el consumo de sal podemos sazonar los alimentos con hierbas y especias como el curry o el jengibre, que no sólo no son perjudiciales sino que tienen un efecto anti-inflamatorio.
9. Evitar los alimentos contaminados por el moho
El moho es muy peligroso tanto para la salud humana como para los animales. Pueden infestan el hogar o estropear la calidad alimentaria. Por eso debemos mantener una conservación de los alimentos adecuada. Sin ir más lejos, el moho en cereales y legumbres pueden provocar, entre otros, cáncer de estómago. En este artículo os dejo más información de alimentos y moho.
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10. La lactancia materna los bebés
Alimentar a los bebés con el pecho durante los seis primeros meses de vida es lo mejor que se puede hacer (en caso que tengamos opción de poder dar pecho) ya que supone una buena protección contra el cáncer, tanto para la madre como para el bebé. Según los expertos, la lactancia materna reduce el riesgo de hemorragia después del parto y estimula que el útero vuelva a su tamaño original; Reduce el riesgo de la diabetes; favorece el retorno al peso normal de antes del embarazo y la madre reduce el riesgo de cáncer, especialmente de mama y cáncer de ovario, y en particular sobre los órganos sensibles después del parto.
Es importante recordar que la comida sigue siendo uno de los factores de riesgo más importantes o de protección (según lo que comamos), en particular para los órganos directamente relacionados con la nutrición, tales como el esófago, el estómago y el intestino, por lo que una dieta saludable ejerce el mayor efecto preventivo contra el cáncer.
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