A diferencia de la creencia común, la depresión no significa tristeza, falta de voluntad, debilidad o una reacción ante situaciones adversas de la vida como son una ruptura, la muerte de un familiar o incluso un despido laboral. La depresión es una enfermedad que implica una gran variedad de síntomas que podríamos clasificar en:
Síntomas afectivos: ansiedad, bajo estado de ánimo, tristeza…
Síntomas cognitivos: déficit de atención, baja concentración, incapacidad en la toma de decisiones…
Síntomas somáticos: alteración del sueño, cansancio crónico, dolores de cabeza, cambio alimenticios…
Debido a su complejidad, el origen de la depresión varía en cada persona, siendo factores importantes y de tipo recurrente los aspectos biológicos, psicológicos y sociales del paciente. Además, es importante que este tipo de diagnósticos sean realizados por médicos o psiquiatras, ya que en ciertos casos puede ser confundida con patologías como anemia o hipotiroidismo.
La depresión es, sin duda, una de las enfermedades más comunes y más infravaloradas. Sin embargo, es importante llevar a cabo tratamientos de psicoterapia especializados, pues se trata de una de las enfermedades más recurrentes. El paciente tiende a estar en un estado de depresión al que vuelve de forma continua, retroalimentando la enfermedad y situándose en un círculo de difícil salida.
El mejor tratamiento para la depresión
Cada paciente es diferente, así como las causas y síntomas de su depresión, por lo que los tratamientos deben ser individualizados y llevados a cabo por psicoterapeutas especializados en esta área clínica. Para ello, es indispensable comenzar con un diagnóstico adecuado que permita definir de forma precisa el perfil del paciente, ya que muchas depresiones van ligadas a otras enfermedades. Una vez realizado este proceso, las psicoterapias individualizadas, la terapia social y la ayuda farmacológica, en aquellos casos que sea necesario, constituirán las pautas a seguir para tratar la depresión.
¿Qué objetivo se persigue en este tratamiento?
Uno de los fallos principales a la hora de afrontar cualquier tratamiento es no saber qué pretendemos lograr. Muchas personas pueden pensar que “estar bien” constituye el fin del tratamiento, pero la realidad es que es necesario fijar objetivos claros y tangibles para que el paciente sea consciente de su mejora y evitar volver a caer en la misma situación. Así, en la mayoría de los casos, el objetivo principal es ayudar al paciente a recuperar su funcionalidad y poder seguir con su día a día de forma natural y, a partir de este punto, fijar nuevos objetivos como reducir la fatiga o el insomnio, recuperar el apetito, salir de casa de forma más habitual y recuperar o rehacer relaciones sociales.
¿Hacia dónde vamos?
La depresión es, sin duda, una de las enfermedades más complejas y más comunes en nuestra sociedad. A pesar de ello, los tratamientos y terapias especializados permiten al paciente entender la situación, afrontarla y salir de ella para seguir con su vida. Además, los últimos tratamientos e investigaciones realizados están enfocados en localizar los mecanismos cerebrales que dan lugar a los procesos de depresión, de forma que podamos entender las causas fisiológicas relacionadas con ese proceso para llevar a cabo tratamientos específicos.
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