Entre noches de insomnio, balbuceos, biberones y papillas, pasan los meses y ese bebé suavito y su culito de piel de melocotón empiezan a mutar en lagartija, cual protagonista de “V”. ¿Qué le ocurre a nuestro bollito?
La respuesta probablemente sea ésta: dermatitis atópica. Una enfermedad inflamatoria, en ocasiones de carácter crónico, que afecta en España a entre un 5 y un 10 % de la población infantil, y que suele tener un componente hereditario. Puede aparecer a cualquier edad, pero lo normal es que se manifieste alrededor de los 5 meses, aunque puede aparecer antes. El 60 % de los brotes tienen lugar durante el primer año de vida.
En algunos niños las lesiones comienzan como un eccema seborreico (la famosa costra láctea), y de forma gradual, van tomando el aspecto de dermatitis o eccema atópico.
La dermatitis atópica se presenta en forma de lesiones eccematosas en localizaciones típicas que se caracterizan por un intenso prurito o picor. La localización habitual de las lesiones es la cara, respetando las zonas alrededor de los ojos, nariz y boca. También aparecen en el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de extensión de las extremidades. Estas lesiones suelen ser placas eritematosas y edematosas, con frecuencia con erosiones, exudación y costras. El picor es el síntoma constante.
Cuando el niño es algo mayor (a partir de los dos años), las lesiones características aparecen sobre todo en las flexuras, en especial codos y rodillas.
Existen distintos criterios de diagnóstico, siendo los más aceptados los que distinguen entre “criterios mayores” (como prurito, distribución y morfología típicas, curso crónico y recidivante….), y “criterios menores” (picor con sudoración, intolerancia a la lana, agravamiento con el estrés…), de los cuales tienen que cumplirse tres o más para tener un diagnóstico definitivo.
Es importante saber que la dermatitis atópica no es una alergia a ninguna sustancia determinada y que no se va a resolver realizando pruebas de alergia ni eliminando determinados alimentos.
El tratamiento de la dermatitis atópica requiere un enfoque hacia todos los factores que desarrollan las lesiones cutáneas: sequedad, inflamación, prurito e infección.
Debe extremarse el cuidado de la piel, evitando factores irritantes que favorecen los brotes de atopía, como el calor, especialmente el producido por el aire caliente, la sequedad ambiental, el contacto con lana y otras fibras…
Aunque la higiene es fundamental, es perjudicial el exceso de agua y jabón, así que es imprescindible controlar el tiempo y la temperatura del baño. Siempre es preferible la ducha corta al baño (aunque en el caso de bebés muy pequeños será imposible), el agua no tendrá que estar excesivamente caliente y habrá que usar un gel de ph ácido y respetuoso con la piel delicada.
Tras el baño es necesario extremar las medidas de hidratación, utilizando siempre una crema emoliente en todo el cuerpo, repitiendo la aplicación de ésta en otros momentos del día en las zonas más secas.
Cuando aparece un brote agudo, el tratamiento de elección son las cremas o pomadas a base de corticoides (por supuesto, siempre pautados por el pediatra). Los corticoides inhiben la activación de múltiples proteínas y citocinas inflamatorias. Su uso continuado podría producir la aparición de atrofia cutánea y tener efectos sistémicos (aumento de peso, osteopenia, síndrome de Cushing…), por lo que es importante que una vez que las lesiones estén controladas, se reduzca o se suspenda su utilización.
Otros tratamientos utilizados son los corticoides sistémicos, los inmunosupresores, o incluso los antibióticos, cuando las lesiones han sido colonizadas por Staphilococcus Aureus. En ocasiones, el pediatra también puede pautar antihistamínicos orales para calmar el picor, sobre todo por su efecto sedante.
En resumen, el tratamiento de la dermatitis atópica pasa por medidas de tipo higiénico-preventivo y un control terapéutico de los brotes. El cuidado diario implica la utilización de geles de baño no agresivos con ph controlados y lociones y cremas específicas para pieles atópicas y secas.
Recordad que la dermatitis atópica puede presentarse de forma crónica, con brotes y recidivas periódicos, sobre todo en los meses fríos, o bien puede desaparecer espontáneamente en cualquier momento.
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