Conoce los secretos (y peligros) del pan barato

El pan… que maravilloso alimento. En cada cultura es diferente. En cada comida puede jugar un papel esencial. Y que bueno que está con un poco de jamón serrano. En este Post no queremos debatir sobre las propiedades del pan: si es rico en carbohidratos, si engorda… Ésto ya llegará. Aquí queremos dar a conocer la verdad oculta detrás del pan barato. Detrás de aquellas barras, o dentro de esos envoltorios de plástico, qué es lo que realmente se esconde. Un misterio que todos necesitamos conocer y que sin duda, no solo cambiará nuestras vidas, sino que nos dará una perspectiva diferente. Y ahí es donde cada uno de nosotros debe escoger. ¿Qué esconderá el pan barato?

Una fórmula mágica: Harina, agua y sal.

No nos engañemos, el pan no necesita nada más. Un buen amasado, un buen horno y por supuesto unas proporciones que no den el resultado esperado.

Entonces… ¿Cómo es posible que encontremos tales variedades de precios en el mercado? No nos engañemos, podemos encontrar panaderías donde nos vendan una barra por 0,20€ y sí, os prometo que la hay y otras que por los mismos ingredientes nos cobren más de 3€… ¿Los mismos? ¿Seguro?



Un átomo por aquí, una molécula por allá.

Está claro que el pan que comemos en la actualidad no es el mismo que comían los abuelos de nuestros abuelos, ni tan siquiera el mismo pan que comieron de pequeños nuestros  padres.

La  población ha cambiado. Las necesidades han cambiado. Y el pan no se ha quedado estático. Se han aprovechado los avances tecnológicos para sustituir lo que era conocido como la masa madre por otro tipo de levadura, con propiedades totalmente diferentes. Y claro, como hablaremos eso tiene un resultado para nuestros intestinos.

La necesidad de producirlo a gran escala, sumada con la necesidad egoísta de comenzar a abaratar costos, convirtió nuestra fórmula sencilla de 3 ingredientes en pizarras y cálculos kilométricos. ¿Y todo porqué? Para ser mejor nuestra empresa sea mejor que la de nuestro vecino. Para rentabilizar más. Y claro, eso tiene unas consecuencias para nuestro cuerpo.

Cada vez esa barra de pan se encuentra más alejada de su propósito y diseño original. Y queda claro que cada vez se distancia más de la calidad nutricional y en consecuencia, la está convirtiendo cada vez más en un hábito que por desgracia puede menguar nuestra salud.

Los secretos escondidos en el pan barato/industrial/químico/refinado

Existen demasiados adjetivos para describir tal destrozo nutricional. Pero no vale la pena. Mejor necesitamos analizar a fondo, las maravillas que podemos encontrar en nuestras tiendas más cercanas. Válgase el tono irónico.

1. Refinando que no es poco

Nuestros apreciados cereales, embarcan un desastrosos viaje donde lo pierden todo. El trigo que consumimos en la actualidad, por muy ecológico que sea, es híbrido. No tiene nada que ver con aquel cereal que plantaron nuestros antepasados. Eso es una realidad. Ya no solo hablamos de en el procesado de la harina, sino en el propio cereal. Una verdadera lástima.

Por el camino ha perdido ingredientes fundamentales como la fibra y disminuye los niveles de vitamina E, potasio, magnesio, fósforo, hierro, cinc, o calcio. Casi nada. Sin hablar de las carencias que acaban generando por parte de las Vitaminas del grupo B. 

Además para sustituir elementos clave en la fórmula antes comentada, aportan otros contenidos químicos para que la reacción se lleve a cabo y… Es un amargo secreto conocer que irritan con mucha más facilidad nuestros intestinos.



2. Y un poquito de sal por aquí… Y un poquito de azúcar por aquí

Como si de unas hadas madrinas malvadas se tratasen, comienzan a incorporar al pan blanco. El problema, es que se les ha ido la mano y vamos incorporando de manera totalmente escondida y sutil aquellos ingredientes, que nuestro cuerpo tan poco necesita.

Si empezamos hablando de la Sal contiene de media 19 g de sal por kilo de pan. (Siendo optimistas). Si sacamos la calculadora y contamos que en una barra (250gr más o menos), el resultado es que contiene 4,7 g de sal, lo que supone casi la cantidad máxima diaria que recomienda ingerir la OMS (5 g/día/persona). Teniendo en cuenta que solo comemos 1/4 de barra con cualquier embutido sería muy fácil llegar al máximo en tan solo 1 comida.

Por otro lado, la parte dulce, pese a no contener datos exactos, conocemos que cada vez se está añadiendo más y más azúcar refinada. Sobre todo en panes tipo molde. Si tenemos en cuenta el índice glucémico tan alto que tiene el pan, no es la mejor combinación, si además le restas la fibra. 

3. Las prisas no son buenas consejeras

Está claro que cuanto más produzcas más beneficios conseguirá tu empresa. Y no hay tiempo suficiente como para que los panes hagan su correcto proceso de fermentación. Allí es donde entran en juego las levaduras químicas y los aditivos que tan de moda están en la actualidad.

El resultado es un pan que está prácticamente lleno de aire y que incluso las digestiones más preparadas acaban notando.

4. Levaduras químicas, no gracias

La levadura de panadería (), no tiene nada que ver con su prima malvada, donde ni tan si quiera respetan el mismo género. En consecuencia la fermentación es totalmente diferente. Pensándolo fríamente es un chollo, mucho más barato, mucho más bonito y mucho más rápido. Eso sí… Cuando entra por nuestra boca… No tiene nada que ver.

Allí acaba afectando claramente a nuestro sistema digestivo. No se rompe el almidón, lo que genera peores digestiones. Lo que incrementa las intolerancias al gluten que cada vez más estamos escuchando y que cada vez más detecto en consulta.

Además las levaduras químicas contienen sustancias como el Aluminio. Este se deposita en nuestro cerebro degenerando con mucha más facilidad. También encontramos otras sustancias como el cloruro de amonio, cloruro de amilasa y bromato de potasio. Todos estos tienen relaciones carcinógenas, pero tampoco queremos ser alarmistas la verdad, no hemos venido a meter miedo.

Por eso cuando vayas a comprar pan, di sí a la masa madre.

5. El Gluten, una moda poco agradable.

Cada vez lo escuchamos más y más y parece que cada vez somos más conscientes de la importancia de evitar esta proteína en nuestra alimentación. Seas o no celíaco. Debemos tener en cuenta que existen cereales que ya contienen el gluten. Pero… El problema real existe en añadirlo en mayores cantidades ¿Porqué?

La misma canción de siempre. Un pan que ata las moléculas de agua, las hincha. En consecuencia, el pan tiene un cuerpo mayor, más consistencia y en consecuencia, irás a comprar ese pan, en vez de otro. Puro marketing gustativo/visual.

Se trata de una sustancia que genera intolerancia en el aparato digestivo y eso se traduce en cansancio, dolores abdominales, diarrea o incluso trastornos neurológicos.



Únete a la revolución del pan

No nos dejemos engañar por el precio o la apariencia. Ya nos decían nuestras abuelas que lo importante es el interior. En este caso más que nunca. Resignémonos a comer algo que ya no es lo que era.

Personalmente, soy partidario de reducir los hidratos de carbono en la medida de lo posible. Pero de vez en cuando también como pan. Pero como pan de verdad. He recurrido a otros cereales y panaderías de confianza. Otros cereales como la avena, la espelta (con gluten ambos, cuidado intolerantes/celíacos) u otras como el trigo sarraceno o la quinoa (aquí tenéis sus propiedades).

Os prometo que os ayudaré si tenéis cualquier duda. Responderé vuestras dudas y os acompañaré en vuestra lucha sobre la verdadera nutrición. #pandeverdad!

 

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